martes, 3 de septiembre de 2013

CASTILLITOS DE ARENA…

“La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes”
John Lennon
Cecilia se había enamorado, decidida a todo comienza una nueva relación amorosa, definitivamente este era el hombre de su vida,  el príncipe azul tan ansiado y esperado…
Fue amor a primera vista, los planes no tardaron en llegar, al conocer a Elías supo que con él se casaría, tendría hijos, formaría una  familia y demás. Es oportuno aclarar que en otras ocasiones, Cecilia también se había enamorado profundamente, estuvo a punto de casarse y también quería tener hijos… Decía al respecto: “deseos que no logre concretar por esas cosas del destino…”
Cecilia estaba plenamente convencida de que Elías era el hombre de su vida.  Así fue como esta certeza, la llevo a desear que él le propusiera una relación formal al poco tiempo de conocerse, cosa que no sucedió y la molesto mucho.
Por su parte Elias prefería ir más despacio, era lógico, se acababan de conocer, se sentía atraído por ella, le parecía una linda chica, dulce amigable, pero un poco “apresurada”.
Las semanas pasaron y sin darse cuenta, al mes, Cecilia se había ganado el título de novia oficial. Mensajes de textos, llamados telefónicos a diario, efusivas expresiones de amor, amor, amor y más amor…
“Nos veíamos todos los días, y cuando no estábamos juntos, nos escribíamos mensajes de textos o compartíamos charlas telefónicas, me di cuenta que ella tenía la necesidad de estar comunicada conmigo todo el tiempo, quería saber qué hacía, a donde iba y sí salía o hacia planes que no la involucraban, quería saber con quién, cuando y donde,  siempre me remarcaba que me amaba que yo era todo para ella y se enojaba mucho cuando yo no le expresaba lo mismo… al poco tiempo empecé a sentirme incomodo con la relación, había dejado de ver a mis amigos, ir al gimnasio, salidas, etc. Sentía que todos los espacios los había ocupado Ceci, que no había lugar para mí, escenas de  celos por cualquier cosa, peleas y reproches todo el tiempo, definitivamente yo no estaba convencido de seguir adelante con esta relación, pero había algo en ella que me atraía, me gustaba, seguimos unos meses más, pero mi desinterés era evidente. Cecilia no sabía qué hacer para que yo me sintiera atraído por ella… a los pocos meses nuestra relación era insostenible, había tomado la decisión de terminar con la relación, solo tenía que buscar el momento para decírselo, no sabía cómo iba a reaccionar, de lo único que estaba seguro, en ese momento, es que no la amaba o por lo menos no como ella esperaba que lo hiciera, sentía que su forma obsesiva y absorbente de mostrar amor me estaba haciendo daño y no quería seguir adelante. Recuerdo que una tarde la invite a tomar algo, la idea era hablar con ella de lo que me estaba pasando y ponerle fin a la relación, pero un detalle cambio todos mis planes…
Hoy hace un par de años vivimos juntos y cuando nació Mateo nos casamos, intente formar una familia y acá estoy, tratando de seguir adelante, sé que quiero a mi hijo y elijo estar con él todos los días, el resto es incertidumbre… no sé qué decir, pienso que las cosas a veces no se dan como uno las espera o como uno las desea…”

Leía un libro en donde el autor hablaba de la responsabilidad y la culpa, decía algo así como: “…de lo único que se es culpable es: de un acto delictivo o de un pecado, del resto solo somos responsables…”
Con esta idea en mente y con la historia de Cecilia y Elías de fondo, me sucedieron dos cosas: por un lado asomaron sentimientos teñidos de prejuicios y esto me llevo a considerar a Elías como víctima de este vínculo con Cecilia. Por otro lado, esta idea de responsabilidad me obliga a preguntarme ¿cuál es el lugar que ocupa Elías en esta desdicha? ¿Cuál es su parte de responsabilidad y compromiso en aquello que le sucede?
Al igual que un efecto dominó, la vida le da a los mortales el don de la responsabilidad, de este modo el ser humano se convierte en actor y productor de sus actos. Cuando entramos en la lógica de la responsabilidad  descubrimos la necesidad de responder, es decir,  hacernos cargo de las decisiones y/o acciones que ejecutamos y es así como esta imagen de víctimas y victimarios se desploma, pierde sentido.
“Hacernos cargo de nuestras decisiones”  lleva a pensar en los Elías que encarnan aquellos seres comunes y corrientes que inician relaciones amorosas  motivadas por el deseo, el interés. Hombres que se sienten atraídos por estas mujeres, atractivas, amigables, inofensivas, cariñosas, bellas, interesantes, mujeres encantadoras pero que  detrás de esto aparente disimulan, guardan otros intereses; pensaba en los Elías que se quedan a mitad de camino, que se dejan llevar  por el egoísmo del otro, de ese otro que especula en llevar adelante sus objetivos, subsanar sus faltas, satisfacer sus necesidades sin tener presente el deseo y el interés de quienes lo acompañan; pensaba en los Elías que se rinde fácilmente, se entregan a este tipo de vínculos producto de la cobardía, el miedo, el individualismo, el sentimiento de inseguridad, la mentira, y por sobre todo la manipulación.

Pero como dice el dicho popular “nunca falta un gato para lamer el plato” o mejor dicho “Nunca falta un roto para un descocido”  allí están las Cecilias, ellas representan a las mujeres pobres de espíritu, mujeres que demandan sentirse amadas, valoradas, estimadas, apreciadas, mujeres que se consuman en la mirada y la aprobación del otro, mujeres que lo entregan todo sin reservas y esperan ser reconocidas por esto, aun cuando nadie les ha pedido tal sacrificio. Mujeres que buscan afanosamente que todas las piezas encajen en su plan, que sus deseos sean órdenes, esto es, que sean saciados cueste lo que cueste. Dispuestas a pagar cualquier precio, lo arriesgan todo con el objeto de sentirse queridas, elegidas, mujeres que responsabilizan y cargan al otro con el pesos de sus desdichas, de aquello que les “falta”. Mujeres y hombres que unen sus vidas, que desean lo que el otro no puede dar, juegan a la casita, construyen castillos de arena, viven en la incertidumbre, este juego los distrae mientras la vida sucede…


viernes, 8 de febrero de 2013





Feliz  Falsedad

“No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”  Aristóteles

Alguien me pregunto ¿Cómo se define a una persona  hipócrita?
Mi respuesta fue algo metafórica: un hipócrita es un coleccionista de máscaras y según la ocasión elegirán una u otra para capturar tu atención.
Esta pregunta despertó cierto interés, tal vez porque en ciertas ocasiones y   algunas vivencias personales me llevaron a dar con personas hipócritas, es por esto que decidí  detallar algunas de las características que definen a estos sujetos, de este modo podrán identificarlos y decidir qué hacer al respecto.

Características que los define:
Al comienzo de una relación como por ejemplo, de pareja, amistad, etc, suelen presentarse como personas amorosas, ingenuas, amigables, compañeras e incondicionales.
Un hipócrita nunca te enfrentara. Estas personas no hacen otra cosa más que expresarte y demostrarte afecto, aunque en su interior anidan sentimientos de rencor, celos y por sobre toda las cosas  envidia.
Son personas con un alto valor de resentimiento, no soportan que sobre salgas, es decir, si eres bueno en algo y te destacas en eso intentara boicotearte, lo hará de una forma sutil y muy prolija para no quedar en evidencia. Nunca se alegrara con los logros que alcances.
Por lo general son personas carismáticas en exceso, son amigables, muy cariñosas, simpáticas, sociables, siempre con una sonrisa a cuesta.
El hipócrita buscara “ensuciarte”, se ira involucrando con tu círculo social y de una forma sutil buscara que tus amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc se pongan en contra tuyo, buscan alejarte de a poco de todos tus seres queridos.
Suele hablar mal a tus espaldas,  sin embargo cuando están en tu compañía, eres el mejor, todo son halagos, sos lo que siempre busco, nadie es como tú, eres único, perfecto, todo lo que algún día busco o soñó tener.
Son aduladores y mentirosos, sí descubres algunas de sus mentiras, siempre tendrán una historia y por sobre todas las cosas una perfecta excusa para justificar su mentira, suelen ser personas con mucha imaginación.

Son muy ágiles para reconocer e identificar  los errores cometidos por los demás, nunca examinan sus propios errores por lo tanto no se responsabilizan de sus actos. Nunca se hacen cargo, el que está en falta siempre es el otro y esperan disculpas por ello.
Suelen ser “alborotadores” en una situación de discusión, son trágicos en sus conclusiones, agrandan las cosas, llevan cualquier diferencia al extremo, un detalle se convierte en un tema de discusión eterno, se enojan fuertemente cuando el otro le marca un error o discrepa en su forma de pensar, este sentimiento de enojo durara horas, días y más. Nunca dan el primer paso, siempre esperan que el otro lo de.
Escuche decir que la hipocresía es el peor de los sentimientos, tal vez esto de “peor” se pueda discutir ampliamente, lo cierto es que es un sentimiento muy dañino, que una vez que es puesto al descubierto, des mascarado, suele causar un fuerte impacto emocional en quien ha sido víctima, genera  desconcierto y mucho dolor.
Las personalidades hipócritas portan una serie de atributos que llevan a otros a pensar que es uno de los peores sentimientos, son personas falsas, mentirosas, guardan mucho rencor y resentimiento, son especuladores tienen un doble discurso, son perfectos simuladores y manipuladores por excelencia.

Personas que no tienen vida, viven a través de la vida de los otros, llevan una vida ficticia, suelen montar escenas delante de los demás, aparentan lo que no son, actúan  tener la mejor de las vidas, la pareja perfecta, la familia perfecta,ante la mirada de los otros son los “Ingalls” en potencia,  de puertas a dentro las cosas suelen ser muy diferentes, los dirige un discurso idealista, viven en la fantasía. Fantasía que muchas veces arrasa con la vida de otros….

viernes, 26 de octubre de 2012


Espejito, espejito…




“Sobre la pena duermo solo y uno, pena es mi paz y pena mi batalla, perro que ni me deja ni se
calla, siempre a su dueño fiel, pero importuno”  Miguel Hernández

HABÍA una vez un joven llamado Narciso… Su madre, ansiosa por averiguar el destino de su hijo, consultó al adivino ciego Tiresias. « ¿Vivirá hasta la ancianidad?», le preguntó.
«Hasta tanto no se conozca a sí mismo», replicó Tiresias. De modo que la madre se aseguró de que el hijo no viera nunca su imagen en el espejo. Al crecer, el chico resultó ser extraordinariamente hermoso y despertaba amor en todos cuantos lo conocían. Aunque nunca había visto su cara, podía adivinar a través de las reacciones ajenas que era bello; pero nunca se sentía seguro, de modo que para ganar confianza y seguridad en sí mismo dependía de que los demás le dijeran cuan bello era. En consecuencia, se convirtió en un joven absorbido por su propia persona.
Un día, Narciso se puso a caminar por el bosque a solas. Ya entonces había provocado tantos halagos que comenzó a creerse que nadie era digno de mirarlo. En el bosque vivía una ninfa llamada Eco. Esta había disgustado a la poderosa diosa Hera por parlotear demasiado; exasperada, Hera le había arrebatado el poder del habla excepto para responder a la voz de otro. E incluso entonces, solo podía repetir la última palabra pronunciada. Eco hacía tiempo que se había enamorado de Narciso, y lo siguió por los bosques esperando que le dijera algo porque, de otro modo, ella no podía hablarle. Pero aquel se hallaba tan envuelto en sus propios pensamientos que no notó que ella lo seguía a todos lados. Finalmente, Narciso se detuvo al lado de una laguna, en un bosque, para apagar su sed, y ella aprovechó la ocasión para sacudir unas ramas y atraer su atención.
— ¿Quién está ahí? —gritó él.
— ¡Ahí! —regresó la respuesta de Eco.
— ¡Ven aquí! —dijo Narciso, bastante irritado.
— ¡Aquí! —repitió ella, y corrió desde los árboles, extendiendo sus brazos para abrazarlo.
— ¡Vete! —gritó airado—. ¡No puede haber nada entre alguien como tú y el bello Narciso!
— ¡Narciso! —suspiró Eco tristemente; y desapareció avergonzada, murmurando una oración silenciosa a los dioses para que este joven orgulloso pudiera algún día saber lo que significaba amar en vano. Y los dioses la oyeron.

Narciso regresó a la laguna para beber y observó el rostro más perfecto que había visto nunca. Instantáneamente se enamoró del impresionante joven que tenía delante. Se sonrió, y el bello rostro le devolvió la sonrisa. Se inclinó hacia el agua y besó los rosados labios, pero su contacto rompió la clara superficie y el bello joven se desvaneció como un sueño. Tan pronto como se retiró y se quedó quieto, la imagen regresó.
— ¡No me desprecies de ese modo! —Le suplicó Narciso a la imagen—. Soy el que todos los demás aman en vano.
— ¡En vano! —gritó Eco desde el bosque con tristeza.
Una y otra vez Narciso se acercó a la laguna para abrazar al bello joven, y en cada ocasión, como si de una burla se tratara, la imagen desaparecía. Narciso pasó horas, días y semanas contemplando el agua, sin comer ni dormir; tan solo murmuraba:
— ¡Hay de mí!
Pero las únicas palabras que le llegaban eran las de la infeliz Eco. Por último, su apesadumbrado corazón dejó de latir y quedó frío e inmóvil entre los lirios acuáticos. Los dioses se conmovieron ante la visión de tan bello cadáver y le transformaron en la flor que ahora lleva su nombre.
En cuanto a la pobre Eco, que había invocado semejante castigo en su frío corazón, no obtuvo de su oración nada sino dolor. Se consumió hasta que no quedó nada de ella excepto su voz; e incluso hoy en día solo se le deja decir la última palabra pronunciada…
(Fragmento extraído de: http://www.proyectopv.org/)


Al recorrer esta historia donde el vanidoso Narciso se enamora de su propia imagen embellecida me fue necesario pensar en representaciones que definan a estos seres encarnados en la piel de Narciso.
Alguien me dijo alguna vez, Narciso no murió! Sigue vivo... Vivo en el  delirio de grandeza de muchos, de la arrogancia de otros, vivo en el sentimiento de envidia,  o bien, en la falta de empatía hacia los demás, la negación, la manipulación y sobre todo, vive en la afanosa necesidad de aprobación. Estos son algunos de sus atuendos predilectos
Este personaje llamado Narciso, representa a esas personas que sienten un amor desmedido e insaciable por sí mismo, este amor los lleva a creer que son considerablemente importantes y que están por encima de cualquier otra persona. Quieren sentirse aprobados, admirados y respetados  por los demás. Quienes los rodean deben saber que ellos son únicos y maravillosos.
Lo que motoriza su deseo es la atención de los demás puesta sobre sí, es decir, no existe otra cosa más importante que ellos y solo ellos.
Son personas que se caracterizan por ser egoístas, se muestran desconsiderados hacia quienes los rodean, manifiestan una falta total de empatía hacia los otros. Su ego desmedido no le permite ponerse en el lugar de los otros. Son personas desconfiadas e insensibles, usan la manipulación emocional para lograr sus objetivos, sobredimensionan su trabajo, consideran que son los mejores en lo que hacen, realzan y sobrevaloran la imagen que tienen de sí.
En relación a sus parejas, por supuesto,  deben ser el centro de atención y todo debe girar alrededor de ellos, quienes estén con ellos deben estar dispuesto a satisfacer todas y cada una de sus necesidades de lo contrario no serán merecedores de su amor.

Pero… cuenta el mito  que Narciso al ver su imagen reflejada en el agua se enamoró perdidamente, tal es así que corrió a su encuentro y cada vez que  quería abrazar esa imagen tan bella que le devolvía el reflejo de las aguas, la misma se disipaba una y otra vez, pero el amor que sentía por su propia imagen era tan grande que Narciso insistía, corría a su encuentro y la misma se desvanecía ante él. Así fue como Narciso, ante la imposibilidad de dejar de contemplarse, se arrojó allí hasta que murió….



miércoles, 3 de octubre de 2012



Alguien quiere salir…


Son las ganas de la infancia 

Floreciendo en tu cielo y en tu amor 
Como barriletes de esperanza 
Tanto hilo que no alcanza 

Hay que remontar remontar, remontar 
Remontar para vivir 
Hay que remontar... 

Lo imposible está ahí, para seguir 
Es un barrilete que no para 
Lo imposible esta ahí, para vivir 
Remontan las ganas de un mañana. 



Hay un momento en que, para algunos niños, el juego deja de ser un terreno de exploración, un espacio de creatividad, deja de ser ese elemento soñado y mágico   donde la capacidad creadora interpreta su mejor papel.  Allí donde el jugar se  vuelve medicina, el juego de los niños se transforma en el arte de sanar, hace las veces de antídoto que contrarresta  tanto mal. Es así, como esta dulce medicina, resguarda, protege, aísla y envuelve a este ser. El juego deja de ser una oportunidad inventiva para convertirse en el único medio de sobrevivir, perdurar, mantenerse vivo.
Alguna vez escuche decir que el juego es la dulce medicina de los niños… Cuanta verdad expresada en una simple y sencilla frase.  Pensé en esos niños  producto de la dureza de los grandes, niños que son fruto del egoísmo desmedido, niños castigados, desamparados, abandonados simbólicamente, niños dañados, desestimados y anulados… niños que llegan para cubrir “fallas”, llenar vacíos, reparar deseos incumplidos, quebrantados. Niños que nacen para saldar deudas de otros tiempos. Estos niños, producto de la inmadurez y la cobardía de otros niños que no han crecidos  y se esconde tras el traje de un adulto. Niños que se crían en la soledad, niños exigidos, escatimados, caballitos de batallas desleales, niños devorados, capturados por la mirada y los reclamos de los otros, niños objetos, gritos callados que piden  salir.
Es allí donde el juego como medicina cobra fuerza, valor, entusiasmo y un desafío para quienes estamos del otro lado esperando a ese Alguien que ansía salir. Esta dulce medicina significa que hay una puerta abierta, una  puerta de esperanza que señala el camino para salir, salir a jugar….

lunes, 4 de junio de 2012


Cada LOCO con su tema….



“La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”. Edgar Allan Poe (Escritor estadounidense)


El loco Chelo, es el sobre nombre que le pusieron a Gregorio en el hospital. El loco  Chelo  forma parte del “staff” de pacientes psiquiátricos del hospital Borda, perteneciente al gobierno de la ciudad de buenos aires.
Ese día como tantos otros decidimos salir al jardín y disfrutar del hermoso sol que se asomaba… ¿porque no te haces unos verdes piba?, dijo Chelo….y así fue, la mateada no se hizo esperar  entre cebada y cebada prestaba con atención y un gran entusiasmo su emocionante relato…
“…Fue una de esas noches en la que no podía conciliar el sueño cuando él se hizo presente, de improvisto, sin avisar y sin permiso  se encarno en mí y  nunca más se fue, recuerdo que esa noche él se dirigió a la cocina, lugar privilegiado de la casa,  con una idea en mente, gozar de picar carne… Tengo que confesar que nunca me gustaron esas maquinas picadoras de carne, el ruido tan particular que tienen suele enloquecerme, desenfocarme, me alocan, pero ahí estaba una y otra vez con el único objetivo de complicarme la vida, llevaba a cabo su ritual una y otra vez.  Recuerdo que una de esas noches decidí desafiarlo, enfrentarlo, me levante y muy lentamente me dirigí hacia la cocina de aquella vieja casa en donde vivía, una casa grande y antigua que había heredado de mis padres. Quise sorprenderlo, agarrarlo con las manos en la maza, como se suele decir,  pero él era muy audaz y habilidoso, tal es así que siempre se las ingeniaba para eclipsarse, se escondía con facilidad. Ante tal ingenio yo que quedaba desolado pero también  maravillado por el modo en que siempre conseguía escaparse no entendía como hacía esto, pero lo hacía, entraba a la casa agarraba un cuchillo de la alacena y comenzaba su torturante ritual de picar carne. En varias ocasiones para impedir su ingreso a la casa me dispuse cambiar las cerraduras de las puertas,  también había puesto trabas en las ventanas, pero nada daba resultado, una y otra ves el usurpaba mi privacidad y llevaba  a cabo su cometido, el episodio se repetía noche tras noche, todos mis intentos por atrápalo se volvieron fallidos, solía hacer guardias,  noches enteras sin poder dormir, a tal punto que esto se había tornado en una obsesión,  loca pero apasionante obsesión. Los días fueron pasando, mis estrategias no resultaban… se que no es una ilusión, es real, el es real, ahí esta y va a estar siempre, hoy me contengo y  adormezco suave y lentamente su voz…”

Hoy recordando al “Loco Chelo” me preguntaba sobre la locura… 
¿Que es estar loco? Pienso que algunos creen que la locura se trata de algo irracional, algo que escapa a la lógica. Entonces ¿estar loco es estar privado de la razón, del buen juicio? Otros creen que ser un loco es estar  desviado de aquello que se considera normal. Algunos dicen que el loco se embiste con un conflicto y que el conflicto es con la “realidad” ¿la realidad? ¿La realidad de quien? La realidad de unos muchos o de unos pocos, de esos que toman el mando y marcan el limite entre el loco y los otros, entre el diferente el “sinrazón” y quienes creen tenerla. Albert Einstein decía que: “La locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes...” es allí donde me detengo y el sentido de estar loco cambia, muta, se transforma, obtiene otro sentido, un significado esperanzador. 
Hacer lo mismo esperando resultados diferentes, parece ser la clave, lo que moviliza y direcciona al loco, entonces pienso que el sin-sentido, lo sin-razón se vuelve atractivo, interesante, encantador, desafiante, tranquilizador y amigable. La locura se torna en una aventura, en algo contingente, se transforma en una ventaja. Es el vehículo que nos traslada, nos transporta de un lugar a otro. La locura protesta y siempre pide más, procura, aclama una y otra vez. Una y otra vez significa que el resultado no será el mismo, resultados desconocidos, inéditos, novedosos, sorprendentes e inciertos. De este modo la locura se muda en oportunidad, nos abre el camino, nos señala por donde ir. Ser loco se vuelve un reto, nos hace creativos, inventivos, ambiciosos y deseosos.  El loco es alguien hambriento, alguien con vehemencia, alguien en la búsqueda continua de nuevos desafíos, alguien que resiste y enfrenta la vida todos los días, un ser que demanda el elemento sorpresa… Loco es aquel que declara batalla a la mismidad  y abre sus puertas a lo disímil…


sábado, 12 de noviembre de 2011


En busca de la felicidad…

“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar…” (Thomas Chalmers)

No se si fue casualidad o bien causalidad, lo cierto es que estaba a punto de conocer el secreto de la felicidad, ese día conocí  a Osvaldo y este fue mi día de suerte.
Un mal entendido y la profunda curiosidad que me caracteriza me permitió conocer a una persona mágica, una vida para contar, numerosas historia en el baúl de los recuerdos que merecían ser escuchadas, momentos vividos, anécdotas, cuentos mágicos, sueños realizados, batallas ganadas, para Osvaldo valía la pena estar vivo.
Un pequeño percance y algún que otro contra tiempo con mi psicoanalista hizo que ese día se tornara diferente, único, así fue como me cruce con Osvaldo, un señor de 85 años con el espíritu de un adolescente y la mentalidad de un adulto que había vivido mucho, luego de una larga charla quedamos en encontrarnos a compartir un rico café en un conocido bar situado en la Av. Córdoba y Sánchez de Bustamante, en el barrio del Abasto. Cuando nos despedimos me dijo: “a mi me gusta hablar y a vos te gusta escuchar, creo que nos vamos a llevar bien…”
Un sábado por la tarde asistí al encuentro, Osvaldo estaba de pie junto a una de las mesas, apoyado en su bastón que según él este era una fiel replica de un Cocomir. Vestido para la ocasión, lleva zapatos de gamuza, pantalones pinzados, una camisa a cuadrille, un chaleco de lana a rombo y una linda boina verde oliva haciendo juego. Recuerdo que al saludarme lo primero que hizo fue quitarse la boina, como todo un caballero me invito a tomar asiento, mientras lo hacia arrimo la silla y lo primero que me dijo fue: “nunca se debe hacer esperar a una dama, por lo tanto nunca esperes a un hombre que llague tarde a una cita, si llega tarde quiere decir que no le ha dado la prioridad necesaria”. Algo dentro de mí me decía que esa tarde susurraba ser prometedora y mágica.
Osvaldo, hijo de italianos provenientes de la ciudad de Sicilia, que emigraron a Buenos Aires  alrededor de 1930, él es el menor de siete hermanos, su vida se caracteriza por ser una mezcla de costumbres italianas y porteña, se crio en el viejo almacén de su padre ubicado en el barrio de San Telmo. A los 18 años conoció a Rosa, una bella mujer de la cual se enamoro profundamente, comenta al respecto: “en mi época darle un beso a una mujer no era cosa fácil, había que trabajar un poquito, como se dice por ahí, había que sudar la camiseta, ¡que lo pario! primero el casamiento después el beso, eran otros tiempos, pero Rosa valía la pena, era tan buena moza, me costo conquistarla pero lo logre y finalmente nos casamos. Tuvimos cinco hermosos hijos, ¿vos me creerías si te digo que tengo una hija de sesenta años, siete nietos y una bisnieta? la vida siempre da mas de lo que uno pide. Con Rosa vivimos momentos duros, otros de mucha felicidad, todavía la extraño, enviude hace un par de años, me alegra saber que pude acompañarla hasta el ultimo día. Recuerdo que cuando estaba en el hospital, mis hijos solían decirme que me fuera a descansar, ¿a descansar? ¿pero como se les ocurría que podría dejarla? Ella nunca me hubiera dejado, alguna vez prometimos estar en la salud y en la enfermedad, de la segunda parte siempre se olvidan…. ¿Hoy quien aguanta sesenta años de casado?, ya la gente no se tolera tanto, falta tolerancia, amor por el otro. Cuándo Rosa se fue, gran parte de mi vida se había ido con ella, la otra parte se había quedado en la presencia de mis hijos, mis nietos, y ahora mi bisnieta, así que dije, ¡pucha que vale la pena estar vivo! Vivo todos los días como si fuera el último, pero me entreno como si aún quedara mucho camino por recorrer….”
“Hace un año conocí a Ofelia, mi novia, por suerte nos conocimos un año después de que ella enviudara y nos enamoramos, creo que nos estábamos buscando y la vida nos puso ahí, en el mismo camino. Ofelia es una gran compañera, ella se quiere casar y yo pienso que podemos casarnos porque los dos estamos viudos, pero todavía no decido que hacer, pronto le tengo que dar una respuesta… ahora esta de viaje, su familia es de Suiza, ella sufrió mucho la enfermedad de su marido, el tenía una enfermedad terminal y ella lo cuido todos los días hasta el último. Ahora la vida la esta recompensando por todo el dolor que tuvo que atravesar, pero cuando vuelva le tengo que dar una respuesta”
“Creo que el secreto de la felicidad esta en poder elegir todos los días, pienso que cuándo uno elige la mujer con la que quiere estar, la persona con la cuál intimar, cuándo uno elije los hijos que quiere tener, cuándo elegís trabajar de lo que te gusta, todo esto saca lo mejor de cada uno. Yo ame y amo la carpintería, amo el olor a la madera porque aprendí que un pedazo de tronco no solo sirve para hacer fuego sino que también  se puede hacer una pieza valiosa como éste bastón en el cuál me apoyo para seguir caminando. Creo que uno encuentra la felicidad cuando  puede elegir a los amigos, cuando elegís valorar la familia, eso alimenta el espíritu, valorar la vida te da vitalidad, energía, felicidad y ganas de seguir vivo,  con mis 85 años tengo ganas de seguir vivo aun sabiendo que el presente son tiempos diferentes, distintos,  elijo seguir viviendo, no hubo un solo día de mi vida que no me despertara sabiendo que ese iba a ser un gran día y así fue…”

Creo que el secreto de la felicidad habita en aquello que es efímero, en poder transitar la vida con todos sus matices, muchos buscan violentamente y afanosamente  el secreto de la felicidad y se ciegan en esa búsqueda sin obtener el resultado esperado. Al conocer a Osvaldo antedí  que se trata de algo mas sencillo, se trata de elegir todos los días: disfrutar de un buen libro, deleitarse con la melodía de una canción, mirar a los ojos a la persona que amas y desearle el bien, una charla con amigos, prestarle el oído a un anciano y emocionarse hasta las lágrimas con sus historia y aventuras, compartir con un amigo la felicidad y el milagro de dar vida, alegrarse y ponerse de pies ante los logros de los otros. Es por esto y por muchos mas que elijo ponerme de pies en homenaje a Osvaldo y en homenaje a todos los que al igual que él un día decidieron vivir cada día como si fuera el último entrenándose duro con la convicción de que aun resta mucho camino por recorrer, hoy me desperté esperando que este sea un gran día y así lo fue….  
¡IL CAZZO LA PENA DI ESSERE VIVO!

lunes, 7 de noviembre de 2011


Perdido en el siglo….
Vamos che, porque dejar
Que tus sueños se desperdicien.
Si no sos vos, triste será
Si no sos vos será muy triste.
Porqué falsear, si ser uno es ganar.
Porqué engañarse y mentirse.
Sé vos, nomás, que al mundo salvarás,
Aunque muchos lo hagan difícil.

Sigámonos, como hasta acá,
Prometiéndome que lo entendiste.
Digamos fue!!.. si algo anda mal
Cumple sus sueños quien resiste.

Yo sé. Dirás..
Muy duro es aguantar.
Mas quien aguanta,
Es el que existe.

Si aquel, se va
No llores, ni mires atrás.
Aunque muchos te lo hagan triste.
Si aquel, se va
No llores, ni mires atrás.
La vida busca instruirte.
                                                                                                                                                                                     Letra: Almafuerte  

Perdido en el siglo es el seudónimo de un alma en  busca del placer de vivir  de aquello que ama…
La montaña lo espera, ese es su lugar, allí se refugia cada vez que puede, ella en su inmensidad le extiende sus brazos, lo alberga, lo abriga y lo ampara, le da la bienvenida, el viento lo acaricia, la música y el dulce sonido de los pájaros lo inspiran.

Perdido en el siglo, es un loco, un loco lindo, inquieto, pasional y sagaz. La hipocresía, la mentira, el doble discurso, lo frustran, lo agitan. La diabólica y desalmada rutina lo abate, lo apresa, odia a Bush con la misma pasión con la que ama  al Che y ni  hablar del Diez. Quienes lo conocemos y amamos le decimos “El Guevarita”, otros mal intencionados lo llaman “El zurdito”. Perdido en el siglo, carga en su cuerpo un ramalazo, una herida que no lo deja respirar, esta magulladura motoriza sus ideas, ambiciones y pasiones, ama la libertad, busca con esperanza emanciparse de este siglo, de vez en cuando lo logra. Los jueves se refugia entre sus vicios, los pibes y su musa inspiradora, la música. Se deja llevar por su poesía, la viola hace sonar, una melodía esperanzadora lo transporta a la cima de la montaña, la ilusión se hace carne, abre su alas y se hecha a volar, lleva en su espíritu la marca de una Flor ella anhelo encantarlo, lo enamoro. Hoy guarda y acompaña su dulce caminar….


Pedido en siglo estamos los que albergamos una esperanza, aquellos que fundimos y damos forma a nuestros sueños. Perdido en el siglo buscamos desesperadamente un lugar con nuestra impronta, perseguimos con afán un lugar que nos de abrigo y calor. Resurgimos en esos trozos de felicidad, momentos de libertad, el siglo nos abate, nos acobarda, nos devánese la hipocresía.
Somos peregrinos de esta tierra, la vida nos arrojo y nos puso aquí sin pertenecer, no se atrevió a pedirnos permiso, nos tendió una trampa, ideo una coartada, nuestra realidad se truco, la suerte fue echada. Nuestros sueños se dilatan, se demoran, pero nada los apaga, siguen encendidos, son nuestra brújula, saetas que alumbran y guían nuestros pasos.

Por momento nos detenemos, perdemos la fuerza pero no la esperanza somos extranjeros en este siglo, somos profetas de otras tierras, nuestro hogar nos espera, esta por delante porque entendimos que solo cumple su sueño el que resiste….

“Amiga, la única verdad esta en uno mismo, entonces, busquemos bien adentro nuestro cuál es la realidad de cada uno. Yo elegí irme a la montaña, ok, fijé el objetivo, hacia allá voy, ya di el primer paso y se profundamente que lo voy a lograr, eso aliviano mi alma y la carga que llevaba, esa es la dirección a tomar y la brújula siempre marco el Norte…” (Perdido en el siglo)


domingo, 30 de octubre de 2011

¡Lola!

“…Los prejuicios son la razón de los tontos…” Voltaire



Lola es una mujer, una artista, soñadora incansable, alguien que pudo materializar cada uno de sus sueños, una persona colmada de metas, ilusiones cumplidas. Ella supo tomar decisiones osadas, algunas un tanto atrevidas, otras poco convencionales, se ha rehusado a aceptar los moldes que la sociedad ofrece, por el contrario ha hecho uso de su creatividad,  esbozo sus esquemas, diseño sus propios modelos y con ellos decidió enfrentar la vida. Muchos la vimos crecer, nos robo algunas  lágrimas y nos hizo reír hasta más no poder. Nos identificamos con su tenacidad, ambición, entusiasmo, ímpetu y pasión, nos hemos reído y emocionado con sus personajes.

Quise conocerla, nos encontramos en un bar, “Bar El Federal” ubicado en el barrio de San Telmo, la cita fue el viernes a las 21:00 hs, como de costumbre decidí  llegar unos minutos antes de lo pautado, pero ella se había adelantado. Lola, estaba sentada en una de las mesas que da a la calle, sobre Carlos Calvo, su aspecto lucia jovial, vestía unos jeans ajustados, zapatos de tacón, una blusa color lila que advertía sus pronunciadas curvas, llevaba el pelo suelto, maquillaje prominente, derrochaba femineidad, quede cautivada por su aspecto.
“¡Perdón! pero suelo ser bastante ansiosa, inquieta diría ¡no me gusta hacer esperar a la gente!” dijo con una efusiva sonrisa y una fuerte carcajada…

Tengo que confesar que acudí a la cita llena de expectativas y cargaba sobre mis hombros una mochila de prejuicios muy marcados, algunas que otras ideas poco felices en relación a la homosexualidad, ideas y prejuicios que se fueron desvaneciendo en cuestión de minutos.
En Lola conocí a una persona alegre, optimista y feliz…

Para Lola las cosas no habían sido fáciles,  tuvo que trabajar  mucho para ser quien es, atravesó momentos duros a lo largo de su vida, una niñez marcada por la pobreza, el maltrato y el abandono, mas tarde una adolescencia  determinada por decisiones afanosas, lo mas difícil para ella fue cargar  con el peso de los estigmas sociales que la señalaban como alguien “diferente”.

Algo que me llamo la atención y me conmovió profundamente de su relato fue la transparencia y la sencillez en sus ideas, había en ella convicciones y una ideología muy clara.
Lola siempre supo cual era su norte, a donde quería llegar, marco  las metas y los objetivos que la arrimarían a ese mar de sueños acunados, evocados por años.

Esa noche accedí a una pequeña parte de su historia, recuerdo que Lola no paraba de hablar, cada cosa que decía sonaba increíble, se sentía dichosa y muy orgullosa de lo que era, una gran persona.

Lola, es de esas personas que tallan su destino y dejan huellas. Una mujer con “alta estima”, tanta estima que algunos la confunden con soberbia.
Para muchos, Lola tiene un defecto, un mal imperdonable, tan imperdonable como inaceptable, eligió su identidad. La iglesia la cuestiona, la sociedad la castiga, el mediocre la insulta, la denigra, la humilla, la justicia la juzga, el prejuicioso la anula, algunos hombres la deshonran pero a su vez la desean, las mujeres la envidian, la sociedad la niega. Para mí, Lola es una gran persona, alguien que tuvo  el coraje y la osadía  de tomar las riendas de su vida y elegir ser quien es todos los días.

Voltaire, escritor y filosofo Francés, decía: “Los prejuicios son la razón de los tontos…

Los prejuicios, forman parte de la conducta humana, se basan en una visión distorsionada de la realidad. Son modelos mentales a través de los cuales se interpreta la realidad de una forma errónea. Los mismos, implican actitudes,  esquemas de comportamiento que envuelven una decisión personal, se aprenden y por lo general tienen una connotación negativa, sus efectos suelen ser dañinos y perjudiciales, siempre se cobran una victima. Son convicciones que se resisten al cambio.
                                                       
Pensaba en Lola y en lo difícil que es derribar un prejuicio, mucha veces alimentamos nuestro ego y nos sentimos buenas personas, gritamos a los cuatro vientos ser comprensivos, nos declaramos misericordiosos y humanos, decimos tener la mente “abierta”, nos mentimos, nos decimos a nosotros mismo que aceptamos al otro como es, ¿pero esto es realmente así? Por años escuche hablar una y otra vez del amor, del respeto y de la comprensión, me enseñaron que el valor del amor recaía en poder amar al prójimo como a mi mismo, pero claro esta: “del dicho al hecho hay mucho trecho…” creemos  no hacer diferencias entre las diferentes etnias, razas o estatus sociales. Pero, no siempre es así,  en general nos regimos por gustos y preferencias, nuestro discurso esta impregnado de prejuicios, ellos ciegan nuestra razón, entorpecen nuestros pensamientos, nos limitan y en el peor de los casos nos privan de conocer y crecer con las experiencias de vida de los otros. Esta noche solo me queda brindar por Lola y por enseñarme que en la diversidad, la variedad y heterogeneidad se encuentra el placer. 

viernes, 6 de mayo de 2011

A lado del camino...



...en tiempos donde nadie escucha a nadie,
en tiempos donde todos contra todos
en tiempos egoístas y mezquinos, 

en tiempos donde siempre estamos solos
habrá que declararse incompetente, 
en todas las materias de mercado
habrá que declararse un inocente,
o habrá que ser abyecto y desalmado...  
(Fito Paez, Al Lado Del Camino) 
“Sólo tengo un plan. Me voy a Alaska”.


Christopher McCandless (“Alex Supertramp”), fue el hijo mayor  de una familia  muy adinerada, cursó sus estudios en la universidad,  estudió historia y antropología. Un universitario prometedor de 22 años, con ideales muy elevados y una gran integridad moral, un día decide renunciar a una vida de comodidades, dejar a su familia, renunciar a lo material y dejar atrás su identidad para ir tras la búsqueda de aventuras que lo llevarán a descubrir el auténtico significado de la libertad, la verdad y la naturaleza…
Chris emprenderá un viaje sin dinero, en el que necesitará valerse por sí mismo. En esta aventura conocerá en el camino a otras personas que, al igual que él, no terminan de encajar en la sociedad… (Del Film ¨INTO THE WILD¨)


Tiempos modernos en el que los valores, las costumbres y los sueños se palidecen, se desvanecen. Se pierde en la individualidad en la idiosincrasia del otro, se esfuman  en la vorágine de estos días, en donde todo marcha contra reloj. Tiempos en los cuales la familia como creación, como lugar de retorno, de refugio, de amparo ha sido deslizada. Tiempos en donde los valores, los ideales, las creencias como la verdad, la amistad, la libertad, adquieren otro sentido, otro valor, otro significado… el de la  verdad a medias, amistades superfluas, intolerancia, fanatismo.
Tiempos en donde la capacidad creadora, la aptitud y la idoneidad se miden en términos de la competencia. Tiempos de desigualdad, de tiranía, desalmados, tiempos en donde las leyes que regulan las relaciones son las del amo y el esclavo. Son tiempos egoístas y mezquinos, miserables, productores de identidades falsas, ilusorias, identidades fingidas e imaginarias, tiempos que corrompen nuestros sueños, nuestros ideales, los adulteran, los moldean y los crean a su imagen.
Tiempo en donde la individualidad es la madre de estos hijos, hombres grises, huérfanos de ilusiones, de sueños, de identidad… hijos de la nada, de las apariencias, carentes de sentido, faltos de dignidad. Han perdido la mesura, han quedado desnudos de valores e ideales, sordos, ciegos y mudos. Tiempos en donde nadie escucha a nadie, en donde todos contra todos, devoramos al otro con el objetivo de  escalar, trepar un “lugar más arriba”, en la lucha por pertenecer, por “no quedar afuera”.

 ¿Qué nos pasó? ¿Por qué perdimos la fe? Dejamos de creer en nosotros, nos alejamos de nuestros orígenes y principios, de nuestra esencia, nos volvimos imparciales, perdimos la ilusión, perdimos la misión, nos quedamos sin visión.

En otros tiempos, la identidad era el legado que nos dejaban nuestros viejos, nuestros abuelos… Hoy se la debemos al amo de nuestros días, y estamos en deuda, nos han vendido identidades vulnerables, endebles, frágiles, frívolas, vacías, lejanas…

Los que estamos al lado del camino, siempre estamos solos, el tiempo es un atropello, quedamos afuera del camino, subsistimos en el olvido, no “encajamos” en los moldes de la competencia, del todo o nada, de lo inmoral, nos declaran incompetentes, “malgastamos” el prestigio. Sin “reputación” la clave del  “éxito” nunca nos es revelada. El tiempo nos oprime, nos abate, nos declara la guerra, una guerra déspota, desigual, como todas las guerras, injustas…



miércoles, 23 de febrero de 2011

Los antojosos caprichos del destino
Lo único que no cambia es la pasión



Julia era la hija mayor de Adelpho y Antonia, se había criado en una casa un poco tradicional y conservadora. Sus padres, hijos de italianos que habían migrado en época de guerra, al llegar aquí se dedicaron al trabajo duro y con mucho esfuerzo y sacrificio formaron una linda familia.
La cotidianeidad de Julia se definía por la rutina, su más leal y fiel compañía. Julia tenía una personalidad considerablemente conservadora y tradicional, se había dedicado toda su vida a responder los mandatos familiares, tenía una estricta y fina formación. Estaba a tan sólo dos materias de recibirse de médica, ella se describía como una persona tenaz y exigente consigo misma, alguien que nunca se había “desviado” de sus objetivos. A su vez se describía como alguien con una humildad dedicada y extremadamente sencilla. Julia tenía una vida programada en todos los aspectos,  cada decisión que tomaba era consultada y puesta en común con su familia, todas las decisiones se tomaban en familia, y así fue como, junto a sus padres y su hermana menor, llegaron a la conclusión que la carrera más apropiada para ella era la medicina, carrera que si bien no era de su total agrado, prometía brindarle un futuro y estabilidad económica. Su futuro profesional parecía ser exitoso y prometedor, según comentaban.
Julia mantenía en secreto una pasión, amaba la danza. Nunca pudo contarles a sus padres de esto ya que estaba convencida que Adelpho y Antonia no aceptarían, ni mucho menos compartirían, esta pasión por la danza, profesión un tanto ingrata. Pese a ciertos prejuicios familiares, ella amaba la danza. Solía encerrarse en su habitación, podía estar horas y horas mirando videos o leyendo literatura de bailarines clásicos reconocidos. Frecuentaba imitar sus movimientos una y otra vez frente a la pantalla. Este secreto la acompañó desde muy pequeña, lo real es que ni bien escuchaba el sonido de la música su cuerpo se encendía, era como un cosquilleo de hormigas que recorría su cuerpo, la pasión se apoderaba de ella por completo… A pesar de que la rutina parecía consumirla, la pasión se deslizaba en cualquier momento “libre” y ahí estaba una y otra vez, en secreto frente a un espejo imaginario dejándose ver al compás de la música…


Los cambios, los antojosos caprichos del destino… sorprenden nuestras vidas, nos sacan de la rutina, nos obligan a cambiar de estado, procesos de transformación, de evolución, sucesos inesperados, experiencias muchas veces inefables e indescriptibles.
Como regla general, se asocia a este estado con el progreso y la vanguardia. Pero también son momentos que se caracterizan por lo incierto, el principio que rige este estado es el principio de incertidumbre, vacilación, inseguridad, perplejidad, duda o estupor.
Los cambios nos liberan, nos atrapan, nos trasforman, dejan marcas, nos elevan, nos redimen. Otras veces nos producen dolor, decepción, negación, desilusión, aislamiento, enojo, desencanto, melancolía, tristeza o soledad.
Una vez acontecido el cambio, o estando en el umbral del mismo, los sentimientos suelen ser diversos, y aunque éstos pueden ser duraderos o efímeros nos encontramos sumergidos en la euforia, el optimismo, la alegría, el regocijo o la satisfacción absoluta; o bien, todo lo opuesto, sentimos enojo, ira, decepción, desilusión, desesperanza, desengaño, sentimientos encontrados que están ahí y nos movilizan de alguna u otra forma, muchas veces nos recuerdan que aun estamos vivos, nos despiertan a una realidad nueva y nos conceden la palabra, nos otorgan el protagonismo, nos empujan vertiginosamente a la acción, al trabajo de poner en marcha y conducir nuestras vidas hacia un rumbo distinto, novedoso quizás, disímil… Y casi sin darnos cuenta, nos encontramos transitando un camino tenebroso a puro cambalache, atractivo y tentador a la vez.

Alguien me dijo una vez: “Existen tres tipos de personas: los que generan cosas, los que miran cómo suceden las cosas, y los que preguntan qué pasó.”
Los cambios nos pueden llevar toda una vida o bien podemos estar toda una vida tratando de generarlos. “Todo cambia” decía la letra de una canción, cambian los paradigmas, las creencias, las costumbres, las ideologías, las tendencias, las modas, las filosofías de vida,  los estilos de comunicación, las formas de practicar la fe, los valores, los modelos de familia, los objetos de amor, etc.
Solemos atribuirle a las cosas la cualidad de ser estáticas y duraderas, sin embargo la vida nos impulsa a estar en continuo movimiento, a realizar pequeñas transformaciones muchas veces imperceptibles e invisibles a nuestros propios ojos. Los cambios, por más ínfimos que sean, son el motor de la vida misma.